El primer día de febrero, Sax se viste de gala para vivir un hermosos sueño festero, Moros y Cristianos toman por unos días la villa, durante los cuales todo será luz, color, música, pólvora y devoción a su santo Patrón San Blas.
Con las primeras fragancias de la flor del almendro que anuncian la primavera, renace en Sax la tradición anual de la Fiesta. Nunca mejor dicho lo de «tradición» ya que, en este caso concreto, Sax ha sabido y sabe conservar todos los aspectos tradicionales que desde tiempo inmemorial han venido sucediendo en esta población alicantina.
Asistir a presenciar esta Fiesta es como situarse dentro del espacio tiempo y lugar a mediados del siglo XIX, cuando Moros y Cristianos formados en singulares batallones y a marcha militar desfilaban airosos con gracia especial en la forma de mover los brazos y piernas que le impulsaban a dar un corto «saltito» (saltico), a ritmo de pasodoble festero compuesto especialmente para la fiesta sajeña.
Luz y pólvora se mezclan en los actos de disparo en los que las festeras y los festeros sajeños hacen sus descargas explosivas en acompañamiento a su Patrón, con un especial modelo en su forma de disparar, tal vez heredado de sus antepasados, siguiendo un orden perfecto que dirige el Sargento acompañado por los Pajes (Rodelas), que marca el momento en el que el Capitán ha de hacer el disparo, saludando después, tanto Sargento como Pajes, el disparo realizado por el Capitán, el resto de los componentes de la comparsa formados por filas siguen el orden de disparo hasta concluir con el último componente disparador (arcabucero) de la comparsa. La pulcritud y espectacular sincronización entre arcabuz (disparo) y arcabucero es milimétrica, dejándose caer ligeramente hasta que el disparo le sorprende y el efecto de retroceso le restituye la verticalidad.
El sentimiento de los sajeños está marcado por la devoción a San Blas, motivo principal de la Fiesta, que les dirige para vivir unos días tan especiales e intensos de entradas, bajada y subida del Patrón, dianas, embajadas y procesiones.
Al principio fue una fiesta eminentemente religiosa, aunque también había disparos de arcabuz hechos en honor al Santo por la milicia urbana.
Durante la dominación árabe, en época almohade (siglo XII), se construyó una torre en el castillo (que fue ampliado con la Torre del Homenaje en el siglo XIV). En la primera de 1239, una cabalgada dirigida por el Vizconde de Cardona, D. Ramón Folch IV, y guidada por D. Artal de Alagón, hijo del Mayordomo Mayor de Aragón, y conquistador de Morella, D. Blasco de Alagón, sobre las tierras del reino moro de Murcia y, tras fracasar en Villena, marcharon a Sax, en poder de los moros, produciéndose el primer contacto de la villa con los conquistadores cristianos, con la mala fortuna de la muerte de D. Artal de Alagón. Al año siguiente, y al tercer intento, las tropas de Jaime I el Conquistador, mandadas por el Comendador de Alcañiz, de la Orden de Calatrava, con la ayuda de los almogávares, conquistaron Villena y Sax. Por el tratado de Cazorla (1179), que se ratificó en Almizra (1244) Sax, junto con Villena, pasó a la Corona de Castilla y se integró en el Reino de Murcia, hasta que en 1836, con la nueva división provincial de España, se integró en la provincia de Alicante.
Estos acontecimientos siempre estuvieron presentes en la memoria de los sajeños, y han desembocado en las Fiestas de Moros y Cristianos en Honor a San Blas, Patrón de la villa, desde que en 1627 los sajeños prometieron en votos solemnes celebrar «desde ahora y para siempre» la festividad del día de San Blas, para demostrarle su devoción y agradecimiento por haberles librado de una epidemia de «garrotillo» (difteria).
En su origen la festividad de San Blas no sería más que una función religiosa en la Iglesia y alguna que otra adición de juegos y danzas, amén de un alarde y de una serie de disparos de arcabuz hechos en honor del Santo, por los milicianos que así se presentaban ante la justicia y regimiento de la villa. Estos disparos y estampidos de pólvora irían integrándose con el tiempo en la celebración de la festividad como uno de sus actos más representativos. Así, en el siglo XVIII, la Fiesta había evolucionado ya de la siguiente forma: el día de la festividad de San Blas, bien temprano, salían de la Iglesia el destacamento eclesiástico, músicos y milicianos concejiles uniformemente ataviados y portando sus arcabuces, subían a la Ermita de San Blas, para solemnizar en ella la Santa Misa, y poco después, unidos en procesión bajar con San Blas por el itinerario tradicional, hasta la Iglesia, bien amenizados por los dulzaineros y tamboriles y acompañados por los milicianos que disparaban a intervalos salvas en honor a San Blas con los arcabuces. Dejaban al Santo en la Iglesia y después de comer, con el mismo ritual y acompañados por todo el pueblo, regresaban con San Blas a su Ermita.
Ya desde principios del siglo XVII estaban organizadas las milicias concejiles, que se reclutan entre los vecinos de edades comprendidas entre los 18 y 50 años, y estaban obligados a formar parte de ellas, de cada diez vecinos, uno, que se sorteaban con todas las garantías de derecho. Estos alardes se complementaban con un desfile demostrativo de la marcialidad y adiestramiento de los milicianos que irían vestidos con sus más deslumbrantes y coloristas atuendos.
En la primera mitad del siglo XIX, la soldadesde y el alardo habían evolucionado en Sax a las Comparsas de Moros y Cristianos, las más antiguas y que dan nombre a las Fiestas. Pero la aparición de una nueva Comparsa, los Marruecos, coincidiendo con la finalización de la guerra de Marruecos en 1860, hizo necesaria la reestructuración de las Fiestas de Moros y Cristianos en 1864, acontecimiento que sirvió de apoyo a la celebración del Primer Centerio de las Fiestas de Moros y Cristianos de Sax en 1964, aunque su origen es anterior.
En 1874, recién acabado el «Sexenio Revolucionario», un grupo de liberales y republicanos sajeños fundan la Comparsa de Garibaldinos en homenaje al héroe de la unificación italiana.
Comienza el siglo XX, con las mismas cuatro comparsas, en unas Fiestas que se celebraban del 1 al 4 de febrero (excepto en un corto periodo que duraban cinco días). Pero en 1920 se funda otra Comparsa, los Turcos. Según la tradición de esta Comparsa, el diseño del traje lo copiaron de una estampa que distribuía una marca de chocolate en una colección de banderas y uniformes del mundo, correspondiendo la elección a un soldado turco de la guerra italo-turca de 1911.
Las Fiestas de Moros y Cristianos han ido creciendo a lo largo del siglo XX en esplendor y participación. Desde 1942 las Fiestas duran cinco días (del 1 al 5 de febrero) y en 1965 cristaliza un bello y amistoso proyecto: el hermanamiento de Sax con la villa de Alagón (Zaragoza), patria de D. Artal, caballero cristiano que murió en nuestro pueblo en 1239, y en cuyo homenaje se fundó en 1970 una nueva Comparsa: Los Alagoneses.
La década de los setenta supone un espectacular impulso al crecimiento y vistosidad de las Fiestas de San Blas, y en 1973 se funda otra Comparsa, esta vez del banco moro: Los Árabes Emires.
La más joven de nuestras Comparsas, los Caballeros de Cardona, se crea en 1989, coincidiendo con el 750 aniversario de los acontecimientos que tuvieron lugar en nuestra villa en los lejanos años del siglo XIII, y que se siguen rememorando en los principales actos de las Fiestas de Moros y Cristianos de Sax.
Actualmente durante los días de Fiestas se realizan los siguientes actos:
El día 1 de febrero se despierta Sax con el sonido de las bandas de música que con alegres pasodobles desfilan por sus calles, para dejar paso, por la tarde a la Entrada de los Moros y Cristianos. Por la noche, se realiza el devoto saludo al Santo en su ermita situada a las faldas del castillo, tras la bulliciosa y alegre Retreta.
La segunda jornada, día 2 de febrero, está marcada por la pólvora. San Blas llega hasta el corazón del pueblo, baja de su ermita con sonido de arcabucería, al compás de su vals y a hombro de jóvenes festeros y amigos de San Blas; se alberga en la iglesia parroquial, siendo recibido con cantos de bienvenida y su himno.
En la tercera jornada, día 3 de febrero, la fiesta sajeña, celebra el día de San Blas, siendo sin lugar a dudas el epicentro de estas Fiestas; el acto del Predicador, la Misa solemne, la Procesión y para terminar el desfile de embajadores y la Embajada del Moro al Cristiano.
El día 4 de febrero con sonido de arcabuces se realiza la subida del Santo a su ermita y por la tarde tras finalizar el desfile de Comparsas y para cumplir el guión festero, entrarán de nuevo los embajadores para realizar la segunda Embajada, la del Cristiano al Moro, en la que las huestes cristianas vencerán, restituyendo el poder de la Cruz.
El día 5 de febrero, con la Misa de Gracia, la Rifa de los regalos del Santo, el Cambio de Capitanes y el desfile de Comparsas y Nuevos Capitanes, se despide la Fiesta sajeña hasta un nuevo año con la sensación del deber cumplido, de la tradición bien conservada.